viernes, 27 de noviembre de 2015

Si yo fuera un acreedor del Recre...

Tengo ante mí un papel que puede acabar con todo: historia, ilusiones, una ciudad. Pero es mi dinero, me lo prometieron y ahora me lo deben. No tiene pinta de que me lo vayan a dar, por eso me enfado, pongo la solicitud en la mesa y cojo la pluma. Al principio voy decidido, acerco la tinta al papel y mi firma empieza a deslizarse, pero me acaba temblando la muñeca y lo que sucede ahí es más cercano a un garabato. Me podría servir. Es mi dinero, una cantidad importante para mí. La que merezco, la que necesito. Y ya que no la voy a ganar... sólo me queda venganza. No tengo más que acercarme al juzgado y todos esos embusteros verán caer el peso de la ley sobre ellos.

Entonces un Pepito Grillo aparece en mi hombro, me susurra con su voz jovial sin esconder la tristeza de lo que voy a hacer. Como una película, rebobina mis recuerdos y veo aquellos sábados y domingos de Primera División, esos pases del Mago Viqueira, las volteretas de Uche, la calidad de Luzardo o la oportunidad de Raúl Molina, veo el Bernabéu mirando al cielo, a un larguilucho turco secuestrado sin poder jugar, veo a la dama de Elche, las carabelas de plata surcando en agosto...

...veo la ilusión de niños, adultos y jubilados, el día a día de aficionados, fechas clave, sentimientos, llantos, alegrías, desenfrenos y una renovada esperanza siempre. Y cuando mi conciencia quiere volver a hablarme no necesita palabras para decir lo que quiere, sólo recordarme la cara de los que están ahora y no lo consiguen, de los que estuvieron y nos llevaron aquí. Si esto se acaba, ellos se habrán salido con la suya.

No seré yo quién lo mate. Quizás sea otro, alguien que necesita el dinero para vivir, alguien que lo llevará al límite, pero que cuando esté a punto de poner la puntilla sin cobrar dará el paso atrás que estoy dando. Arrugo este papel firmado y lo consumo en una chimenea, ardiendo mi odio, mi desesperación y mi necesidad por no matar lo que significa el Recre con mis súplicas.

Quizás mañana tome otra decisión. Pero, ¿Qué culpa tiene el club? ¿Qué culpa tiene una afición sufridora hasta límites insospechados? No puedo, ni otros han podido, dar el paso de la aniquilación. Si debe de morir, que no sea mi culpa.

Pero mi dinero... mi dinero. Es mío, lo necesito. ¡No puedo dejar de reclamarlo! No quiero perderlo. La mejor forma que tengo de conseguirlo es que el Recreativo sobreviva... es lo que todos queremos, a los que nos deben algo, a los que le deben mucho, a los que es parte de su vida.

Y entre las cenizas de lo que fue un papel se forman mis sueños, idílicos, de que si al menos pudiera hablar con los dueños, al menos eso. Puedo tragarme el dinero, pero no el orgullo de ser engañado por enésima vez. Si esa gente que salta en la grada, que llora, que grita, que ahorran cada año para tener su abono, si esos estuvieran ahí, estoy seguro que estaría dispuesto a hablar con ellos. Porque sé que ellos quieren lo mejor para su club y eso conlleva que se cumpla lo pactado conmigo.

Sueño con que lo actual cambie de nombres y se abran de nuevo las puertas, la ilusión, los diálogos. Exigiré y me pedirán paciencia, pero al menos será otra oportunidad. Quizás no cobre hoy, ni mañana, ni en el tiempo mas largo previsto, pero sí al final. Si fueran ellos, si lucharan con la verdad, con la humildad, con el trabajo... con eso que siempre me dijeron que era el Recreativo, quizás, entonces, podríamos llegar a un acuerdo.

Esperaré. Por interés común. Seguiré con cautela el momento en el que nadie levante la mano para exigir lo que no puede cobrar. Pero sin cambios, sin cambios es imposible.