jueves, 4 de enero de 2018

Más viejos, mismos problemas

Aburrimiento. Desidia. Una herida que ya no sangra... y eso es lo que preocupa. 

La solución al problema económico del Recreativo es como una astilla (de tamaño imperial) que se ha clavado en el pecho. Respiramos, pero con cada inhalación nos duele. Nos movemos, pero pesa más y más.

He perdido ya la cuenta del tiempo en el que hemos tenido paciencia. Si pongo en una balanza el peso de mi lógica y mi corazón, el equilibrio es permanente. La inteligencia, esa que he dejado que gane este tiempo atrás, me dice que gritar, enfadarme, protestar y buscar culpables entre los que deben solucionar las cosas no es óptimo. Mi córtex prefrontal siente tal impotencia real a que se pueda encontrar una cantidad de dinero en la situación actual, exceptuando un golpe de suerte de un boleto de euromillón muy engordado, que hace que me calme. "No depende ya de mí, así que... poco puedo hacer". Quizás es débil, vergonzoso, pero abrumadoramente cierto.

Pero el corazón... ay, el corazón. Ese que tiene una astilla que hubiera matado a Drácula ya. Ése que le dice al cerebro que se calle y se vaya de paseo. Ese que está harto de ser la caja fuerte de los nervios, la desesperación y el miedo. Ése quiere gritar, arañar algo y ¿por qué no? Hacer un poco de daño. Con tacto, pero molestar justo hasta el límite de la decencia, pasándose si acaso un poquito, para dejar claro una cosa: esto me duele demasiado y quiero que lo sepas, puedas o no hacer algo, quiero que sientas esto. Debo exteriorizarlo.

En esa batalla tipo ying-yang entre la lógica y los sentimientos que se igualan hasta anularse creo que muchos aficionados del Recre, de esos que dimos más de lo que podemos por este club, hagamos un paréntesis en esta temporada deportiva para recordarle al mundo que el Decano debe ser inmortal porque es el deseo que levanta a sus seguidores y su ciudad. Y quizás sea injusto, para otros una oportunidad, qué más da... el viento siempre va a soplar de una forma u otra dependiendo tanto quién lo diga como quién lo escuche. Esos matices infinitos.

Por eso lanzo este grito, desde las letras, que es mi mejor medio, para decirle a Gabriel Cruz que sí, que le puedo entender muchas decisiones, que no nos queda otra que tener paciencia, pero que permita indicarle mi frustración ante un problema que debía estar arreglado (en Noviembre, ¿no?) y que nunca tiene fecha límite. Que no se puede permitir otro delirio de verano ni otra queja de impago. Que sí, que fue valiente y novedoso expropiar al Recreativo y se aplaude como momento mágico para quitarnos a ese ser chapucero del sillón, pero que todo "gran poder conlleva una gran responsabilidad", con la diferencia de que esta tela de araña nos está enredando demasiado.

Hemos llegado a pedir al unísono "Paga ya" a quién más nos ha hecho perder dinero. Es desesperación, pero necesario. Al Ayuntamiento de Huelva sólo le podemos gritar "Arregladlo ya. Cuanto antes". Y no olvidéis que este grito, esta queja, será constante en el tiempo mientras no haya solución. Porque es la única forma de hacer que el Decano sea eterno... que nos duela siempre.