martes, 4 de octubre de 2016

Ser parte del Recre

A veces pienso cómo definirme sin que aparezca la palabra Recreativo en medio. ¿Afición? El Recreativo. ¿Te gusta escribir? Sobre el Recreativo. ¿Colores? Azul y blanco. ¿De qué equipo eres? Sobra la respuesta. El idilio es continuo, para lo bueno y lo malo. Bien lo saben mis allegados, bien la gente que me conoce, que casi sin darme cuenta, me preguntan primero por el Recre cuando me ven porque saben que es mi base. Lo puedo tener claro: el Recreativo forma parte de mí.

Pero realmente, ¿soy yo parte del Recre? Sí, tengo un bloc/tarjetero con carnets en los que vamos añadiendo año a año, los de mi padre, mi madre y los míos. Y van muchas páginas. Tengo mi asiento en tribuna. Tengo camisetas varias para ir poniéndome, incluso tenía una acción... pero, me repito, ¿soy parte del Recre? Lo dudaba. Era un cliente del Decano, alguien que si, por el motivo que fuera, el año siguiente no me sacaba el carnet, no me echarían de menos más allá de lo económico. Alguien que, aún siguiendo con la tradición de ser abonado, sólo puede pegar una voz en el Nuevo Colombino que se pierde en la lejanía y que como mucho puede molestar/alegrar al que está sentado cerca de mí.

Mirando el nivel de incidencia puedo dictaminar que se corresponde a una injusticia muy grande. Yo estoy perdido por el Recre, anonadado por sus colores, cabreado por sus derrotas y alegre por las buenas tardes. Pero yo para el Recre sólo soy uno más.

Eso no fue siempre así. La legalidad Española convirtió al Recreativo en una yegua con corcel y con los ojos cegados a la persona que lo cabalga. Los demás, como mucho, teníamos el honor de besar sus pisadas. A veces crecían flores, a veces era barro mojado.

Mientras pagas y dedicas tu tiempo por oler flores estás contento. Puedes pensar que quizás la flor debería ser más bonita y reluciente, que las pisadas pueden darse de otra forma, pero como funciona te callas. En cambio, cuando sólo hay barro y además la yegua está famélica, tienes el deseo de actuar. Y yo no podía. No podía más que gritar en el Nuevo Colombino y hacerlo contra mamparas. El jinete que cabalga mis deseos, mis aficiones, mis amores, mi vida... lo está maltratando y no podía hacer nada.

Mis pensamientos los tenía yo en casa. Si me duchaba pensaba qué haría si el Recre fuera mío. No voy a negar que hay utopía, pero al menos sabía que ciertas cosas podían cambiar. Si salía a dar un paseo o iba en el coche, la mente ocupada con lo mismo: ¿por qué harán ésto así? ¿por qué no podemos hacer nada contra ese jinete?. Lo que yo no veía era que tal y como yo, existían decenas de aficionados, cientos o mil, que pensaban lo mismo.

Dos de ellos tuvieron una gran idea y en Diciembre de 2014 nos la trasladaron. Unir a todos los que sentimos al Recre como nuestro, para conseguir que el Recre sea Nuestro. Una idea tentadora, aparentemente utópica en ese momento, con debates de funcionalidades, situaciones extremas simuladas y, para qué negarlo, la desesperada opción que teníamos los clientes del fútbol. Dijimos que sí muchos. Acabaron asociándose más, y trabajaron a muerte una veintena de personas que con el tiempo fueron cambiando o renovándose para seguir la batalla del día a día. Así nació el Recreativo Supporters Trust, conocido por todos como el Trust.

La fantasía tenía una base muy real. Se podía. Fui del Trust desde el principio, pero no voluntario ni directivo, aunque siempre participaba en asambleas y en los actos que organizaban. Un socio activo de la asociación, como muchos otros. Si algo tengo creo que es capacidad de análisis y cada día que pasaba, cada decisión tomada, cada atajo descubierto o cada piedra que tropezaba dejaba entrever que en algo positivo podía surgir de ahí. Me he maravillado con el proceso. Me he enamorado del mismo.

La fecha de ayer, 3 de Octubre, es mágica para el Trust, para mí, e indirectamente para todos los socios y aficionados al Recreativo de Huelva... no, perdón, al fútbol español. Decidimos democráticamente aceptar la invitación del Ayuntamiento de Huelva a tener un Consejero en éste tránsito post-Comas y pre-venta. Es el culmen de lo que buscaba, un representante mío, tuyo, nuestro, al que pueda dirigirme. Que mis pensamientos no se perdieran en un trayecto de coche, en el baño o en una charla informal.

Y hemos elegido al mejor que podíamos, por aptitud y actitud. Roberto Sánchez es el valiente que forma parte de nuestro sueño. Es la personificación perfecta de mis ideales, que no quiere decir que vaya a hacer todo lo que pienso ni que sea sumiso a nadie. Será él, que ya eso es mucho. Y si un día tenemos que hablar con alguien del club, lo tendremos entre nosotros. Es impresionante hasta dónde llegamos, es increíble cómo estamos consiguiendo darle forma a los sueños.

Queda mucho. Mucho. Habrá escollos, gente malintencionada, procesos legales que paralizarán nombramientos, estrategemas variopintas. Pero esto es como lo del pequeño paso para el hombre y un gran paso para la humanidad. Lo es.

Por que si simplemente puedo levantar la mano para dar mi opinión de que alguien sea parte del Recre, es que yo también soy parte del Recre. Y así, sí me siento recompensado en mi afición.