martes, 15 de diciembre de 2015

Entre la vergüenza y el desamparo

Voy a intentar escribir con empatía hacia el aficionado y hacia el jugador, lo ocurrido ya varias veces esta temporada pero que tuvo en Melilla el punto culmen: la vergüenza de una afición al ver a su equipo ser humillado no sólo en el resultado, si no en la forma de afrontar el partido en los primeros cuarenta y cinco minutos.

La afición está enfadada y no es para menos. El enfado, como ya he hablado en artículos anteriores, no se traduce en un ataque iracundo, más  bien en pasividad y desgana. En cierto modo, los abonados del Recre en su mayoría nos podemos sentir estafados. Los impagos de Pablo Comas afectan de forma lógica a los jugadores y a los empleados, pero el impacto en el seguidor diario lo ocasionan exclusivamente los primeros. Se puede perder, se puede tener un mal día, pero no es admisible el rendimiento mostrado.

A mí personalmente no me sirven de nada las disculpas o el "ya lo intentaremos". Lo que necesitamos es resultados en el césped, algo que esta temporada se ha visto como gotas de agua. Está claro que no cobran, que algunos no lo hacen desde el año pasado, y que no a toda la plantilla se le puede tachar de falta de actitud... hay mil vectores, colectivos y personales, que hacen que el rendimiento sea una vergüenza para el aficionado, pero yo no voy a nombrar a nadie en concreto.

No lo haré porque considero que un deporte de élite y que exige el máximo, requiere que tanto físicamente como mentalmente un jugador esté al máximo. Y eso no ocurre desde el año pasado, hartos de mentiras tras mentiras. En ese aspecto entiendo al jugador. Estará quemado, engañado, con condiciones paupérrimas en cada entrenamiento... pero indirectamente están haciendo que el Club y su afición vayan menguando hasta posiblemente desaparecer.

Se hablará de otros equipos que tampoco cobran pero luchan. No voy a entrar en ello, las circunstancias del Recreativo de Huelva son diferentes. Vuelvo a insistir, no hay culpables más allá de Pablo Comas y sus Martínes, que están destruyendo una entidad histórica. Incluso aunque hoy mismo, o mañana, se abone una cantidad de dinero que sufrague ciertos gastos, lo único que se conseguirá es retrasar un problema que ya ha sido desplazado demasiadas veces.

El meollo de la cuestión es la vergüenza, el timo, la estafa de que un espectáculo deportivo no lo sea por estas circunstancias. Y ahí tienen la pelota los jugadores, como si fuera un penalty decisivo, como la tuvo la afición el 22O en la manifestación y dejamos clara nuestra postura. Los jugadores, ya sea de forma personal, o mejor, colectiva, deberían de posicionarse y ser claros. Frases como: "Así no podemos competir", "No vamos a engañar al aficionado, no estamos aptos para jugar", protestas entre semana, que serán apoyadas por muchos aficionados, protestas en el césped, lo que sea. Pero que no nos sometan a perder dos horas de nuestra vida ya sea por radio o en directo para ver un espectáculo así.

Si los jugadores se mojan, si dicen que no van a competir al máximo hasta que cobren, serán sinceros. Ya cada aficionado que haga lo que quiera, ir a verlos o quedarse en casa, pero al menos que no sea igual de engañado con la ilusión. ¿Qué es el fútbol si no ilusión? Jugar a ilusionar no merece la pena.

Entiendo las razones de los jugadores para guardar silencio: reglamentos internos, no privar a los espectadores de fútbol, sanciones al club o la propia estabilidad de la entidad. Incluso alguno tendrá su orgullo luchador y querrá competir al máximo, pero si entre todos no quieren... Aún así deben ser valientes y mostrar claramente su parecer. Por nosotros, los aficionados.

Si no lo hacen, no habrá excusas. Juzgaremos a ellos profesionalmente y lo haremos en base a un equipo que debe estar en playoffs y se encuentra al borde del descenso, que aburre a mucha gente y que no son dignos de llevar esta camiseta. ¿Queréis eso? ¿O queréis ser valientes?

Sois la imagen real del club. No la manchéis por miedo. Prefiero perder 3-0 y que estéis sentados sobre el césped los noventa minutos, porque serán noventa minutos de respeto hacia vuestra profesión, que no competir al cien por cien.

Si pensáis que me equivoco, que el entorno no afecta, que hasta ahora vais bien y vais a seguir así, no puedo más que pasar el próximo día a criticaros deportivamente. Y la tendencia es que si no somos crueles y feroces con la crítica, no tiene sentido.

Todos podemos sacar esto adelante. Y todos os incluye a vosotros también, jugadores.